Siempre he pensado que mi verdadera profesión era la de ser
médico pero… los avatares de la vida me impidieron hacerlo. Desde bien pequeña
asumí la responsabilidad de que algún día cuando me hiciera mayor tenía que
tomar las riendas de llevar casa y ayudar a mi padre en ello. Cuando ya tomé
conciencia de la situación le oí decir en infinidad de ocasiones que cuando yo
me hiciera mayor él estaba salvado, de pequeña no entendía el porqué pero a
medida que me fui haciendo mayor demasiado que lo entendí; de ahí quizás que
cuando acabada la primaria y comenzado el bachillerato tenía que hacer un
cambio de colegio ya que en el segundo
año hubo una reforma de educación y había que hacerlo, al preguntarme
mi padre si quería seguir estudiando mi respuesta fue que no, a pesar de que lo
hablamos (a día de hoy pienso que mi padre fue un adelantado a su tiempo, algún
día hablaré de ello) que si me tenía que hacer cargo de la casa ya que mi
abuela paterna que es la que estaba con nosotros se estaba haciendo mayor para
que comenzar, ahí creo que comenzó mi exceso de responsabilidad que muchos años
más tarde un médico de cabecera que tuve me diagnostico.
Lo que en aquel tiempo no sabía es el tortazo tan grande que
la vida me tenía guardada en todos los morros y es que con quince años falleció
mi padre también ya que mi madre lo había hecho cuando yo tenía cuatro años,
los estudios me los hubiese tenido que dejar de todas formas para hacerle frente
a la vida junto a mi hermano dos años
menor que yo para salir adelante codo con codo como así hicimos, prácticamente
sin la ayuda de nadie. Yo tuve claro en su momento lo de dejar de estudiar y
sin embargo cuando mi padre falleció y mi hermano había pasado ya al instituto
peleé para que siguiera estudiando y en aquel tiempo el director del instituto nos cerró las
puertas a cualquier posibilidad beca íncluida y de la familia…para que hablar.
Pasados los años él lo consiguió y aunque fué
duro y no se lo pusieron fácil a la hora de conseguir una oposición pero con tesón lo
logró, yo siempre me he sentido orgullosa
de él.
Volviendo al comienzo diré que los sueños si los deseas
mucho se cumplen, no hice la carrera de medicina pero si prácticas para
auxiliar de enfermería y a partir de ahí mi sueño se cumplió. Por medio de la
hija de unos amigos de mis padres que es comadrona hubo una plaza en la maternidad
donde ella trabajaba y me lo propuso, dije enseguida que sí y me aceptaron. En
aquella época tenias acceso a un trabajo así solo con las practicas, mis
compañeras estaban en las mismas condiciones
habían hecho solo prácticas también. Un 5 de enero con tan solo 16 años al toro me tire para ayudar en lo que
fuera al milagro de la vida, ver nacer.
Teníamos turnos de mañana, tarde y noche,
cuando me tocaba turno de mañana después de mi tarea de asear a las
pacientes y cambiar su cama, me dirigía a prepara la consulta, sacar historiales y a medida que
venían las pacientes les tomaba la tensión y el peso y le pasaba todos los datos
al médico y así cuando era la hora de pasar a las pacientes lo tenía todo en su
mesa. La guardia de la tarde lo habitual, estar a la mira de todo y en la
guardia de noche lo primero recoger a todos los bebés que se encontraran en la
clínica y llevarlos con nosotras a una habitación que teníamos destinada para
ello, así las mamás durante la noche podían descansar ya que cuando nacían
llorones menudas noches daban. He de decir que estuve en prácticas un tiempo
para aprender los entresijos de mi trabajo en todos los turnos junto a
una compañera siempre para saber qué hacer en cada momento.
Mi primer día de guardia fue la noche de Reyes (uno de mis
mejores regalos de Reyes), la clínica ese día estaba vacía pero lo de los
nacimientos es imprevisible a pesar de que ahora parece que los programen a
días contados, a media noche llamaron a la puerta y no era una falsa alarma
estaba de parto. Mi trabajo consistía en llamar al médico que venía como
un rayo, vivía justo al lado y la
clínica era contigua con su casa, viví muchas falsas alarmas pero en este caso iba
rapidito, enseguida a preparar el paritorio, instrumental ayudar al médico a
vestirse y demás y al anestesista que acudía siempre también en lo que le
hiciera falta. No os podéis imaginar lo que fue por primera vez recibir en una
toalla a mi primer bebé, atarle el cordón umbilical como me habían enseñado
para que quedara perfecto (al menos así lo intentaba y no lo hacía mal del
todo), asearlo, vestirlo y ponerlo en su cuna. Esa noche lo tuve conmigo toda
la noche y no paré de mirarlo, tuve suerte y era un bebé buenísimo, la verdad
contemplar el milagro de la vida no tiene precio, claro está que mucha,
muchísima gente no puede verlo, algún
marido quería hacerse el valiente y había que avisarlo porque alguno se mareaba y
antes de que hubiera que atenderlo a él mejor que estuviera fuera solo mirando
si quería por el cristal. Viví unas experiencias que no tengo palabras para
describirlas, me encantaba mi trabajo. A
día de hoy alguna mamá aun me recuerda y nos saludamos y si van con su hijos
les digo que ellos son los que me hacen mayores yo no me siento para nada
mayor, aunque soy consciente que lo soy claro.
Los años que sucedieron fueron una gozada para mi disfrutaba
como no os podéis imaginar, había cumplido mi sueño y era feliz con mi trabajo.
Al tiempo de estar en la maternidad se unieron el médico que yo trabajaba, un
traumatólogo y un médico de digestivo y fundaron la clínica de la Sagrada
Familia en mi ciudad, ahí sí que pude vivir lo que es turno de todas las
especialidades de la clínica ya que comencé a llevar la consulta de maternidad que
se encontraba aparte de la clínica, y cuando había un parto fuera de día o de
noche estaba localizada para llevar el paritorio (diré que mis compañeras de la
maternidad se lo dejaron todas yo fui la
única que continúe en la nueva clínica) y a mi vez también a las nuevas compañeras enseñarles a preparar
el paritorio y en qué consistía nuestro trabajo y ayuda en el. Estuve llevando
todo del trabajo que he mencionado durante bastante tiempo pero…al final me
quedé solo en llevar la consulta. Me ofrecieron hacerme cargo de los quirófanos
pero…como había algún plan de boda que incluía trasladarme a Barcelona lo tuve
mas complicado y lo dejé. No me arrepiento en absoluto de mi decisión, la vida
me volvió a llevar por otros caminos. Eso que pensamos sobre todo cuando somos
muy jóvenes de que mandamos de nuestras vidas no es cierto del todo, tú te
haces unos planes pero…luego la vida te lleva por donde quizás tienes marcado
tu destino, aunque a veces pienso que nosotros también le ayudamos con nuestras
decisiones. Experiencias y anécdotas
buenas y alguna mala (estas las menos) muchísimas pero… sería larguísimo de contar.
No quiero pasar sin agradecer al médico para el que trabajé
D. José Jornet y Dª. Maruja su mujer (la
cual estaba muy vinculada a la clínica y era enfermera), la aceptación que tuve
no tan solo en el trabajo si no a nivel personal, me trataron extraordinariamente
desde el primer momento que nos conocimos, incluso en muchas ocasiones como una
más de la familia en su casa, quizás también porque me vieron algo desamparada
por parte de la familia y quizás la hija de los amigos de mis padres les habló
de mi situación familiar. Siempre los guardaré en mi corazón fallecieron los
dos no muy mayores hace ya años, también a una de sus hijas Nuria, la cual
nos dejó demasiado pronto con la que
tenía una relación especial, con sus otras dos hijas a día de hoy conservamos
la amistad.
Desde la noche de reyes que comencé a trabajar pensé que sin
jugar me había tocado el gordo del sorteo del niño, supe que iba a ser bien
tratada y querida por todos incluidas las compañeras como así fue. Hacía bien
poco que me conocían y sin embargo Dª. Maruja que tenía (supe después) la
costumbre de la noche de Reyes dejar en nuestro cuarto unos detalles para todas
no hizo ninguna distinción y yo tenía el mío, os podéis imaginar lo que me
emocionó. A nivel emocional también me ayudaron
muchísimo ya que yo estaba pasando por momentos delicados y duros de
asimilar.
Los que me seguís si os acordáis cuando conté lo de mi
intervención de tiroides y las peripecias pasadas dije que algún día contaría
porque estaba tan tranquila, sabiendo lo que me iban a hacer, porque no quise que me sedaran la noche
antes, porque entré por mi propio pie a quirófano y demás, la familiaridad con
quirófanos me llevó a estar tranquila y relajada y a la par confiada en el
equipo que me iba a intervenir ya que
desde el primer momento me infundieron confianza sobre todo el jefe de equipo.
Foto del encabezado yo con el uniforme en el patio de la clínica, tendría unos 18 años.