viernes, 24 de marzo de 2023

MI MADRE


 

No puedo tener demasiados recuerdos ya que mi madre murió con tan solo treinta y seis años, yo tenía cuatro años dejándonos  a mi padre, a mí y un hermano dos años menor que yo. Tengo muy pocos recuerdos de ella… esa es la verdad pero los que tengo son imágenes con toda claridad. He sido siempre muy mala comedora y recuerdo su cuarto de costura (era modista) con una mesa camilla en el centro dando vueltas alrededor  con el pan en la mano, yo correteando delante y ella detrás de mí intentando que comiera. En la casa donde vivíamos  había un patio jardín enorme y ese día aunque llovía hacía buen estar y me sacó fuera ya que había una techumbre bastante grande, menos mal que ella que no me perdía de vista (eso me contaban sus amigas ya de mayor) y estaba siempre al quite me pudo agarrar y meterme para dentro ya que una rata mojada y medio decrépita me plantó cara. Esto me ha marcado hasta ahora, aunque vea un ratón y se haya ido para allá hay algo que me supera y puedo empezar a dar saltos, no es broma no. En una ocasión vimos una en la calle no hace demasiados años, iba con una cuñada mía y no se creía la reacción que tuve. Otro recuerdo es que como por lo visto era un poco trastillo metí  los dos dedos meñiques en un enchufe de los de baquelita de la época y como siempre ella al quite, recuerdo perfectamente que era en la habitación de mis tíos. Recuerdo también como me llevaba de su mano al colegio y que en una ocasión (otra vez el trastillo en marcha), me puse en el patio del colegio un hueso de aceituna en un orificio de la nariz y recuerdo perfectamente que me lo saqué pero a renglón seguido me lo volví a meter y ya no lo pude sacar, vino mi madre a recogerme y me llevó al médico, éste me  sentó en un  sillón grandote de la época y con unas pinzas lo sacó. No recuerdo que me regañara, ni yo estar asustada, reaccionó con todo el cariño del que era capaz y puede que eso me diera la tranquilidad. Mi último recuerdo no es muy agradable pero ahí está, me llevaron a su velatorio con cuatro años y no digamos la edad de mi hermano, a día de hoy casi pondría la mano en el fuego de quien fue la idea, de mi padre no desde luego, estaba demasiado abatido y afectado ni siquiera para pensar, he de decir que tan solo le sobrevivió doce años, siempre he pensado que nunca superó quedarse sin ella.

A pesar de no tenerla siempre he sentido que estaba en cada momento de mi vida de alguna manera presente, guiándome y ayudándome en cada momento ya que a lo largo de una vida no todo ha sido de color de rosa, hay muchos momentos buenos y buenísimos pero…los hay agridulces también con los que tienes que lidiar, la he echado de menos siempre, la hecho y la echaré. Lo que digo que siempre ha estado ahí es bien cierto, casualidad o no mi hija nació el mismo día y mes que ella, veinticuatro de marzo, se presentaba complicado pero creo que estaba ahí al quite.

Cuando volví  a vivir al barrio en que nací veintitantos años después tuve una satisfacción muy grande y es que no tan solo algunas personas me reconocieron por el hecho de parecerme mucho a ella si no que pude comprobar que la recordaban con cariño, también guardaban un buen recuerdo de mi padre y de cómo eran como pareja, me contaban cosas y se notaba el aprecio que tenían por ellos y el que han tenido desde entonces para conmigo. Había un horno  en la calle donde comencé a comprar el pan y su propietaria me contaba lo cocinera que era y me comentaba sobre un bonito a la Vizcaína que preparaba y se lo llevaba al horno a cocer; también que hacía unos camisones con punto nido de abeja que eran un primor, yo heredé alguna de sus aficiones la costura sobre todo, las labores y la pasión por la cocina.

Sé cosas porque sus amigas y sus primos me han hablado mucho de ella, mi padre hablaba menos de ella aunque no canceló nunca ninguna celebración a pesar de su ausencia, pienso que como él hizo de padre y madre no quiso que nos sintiéramos peor por ello, aun sin mencionarla de algún modo siempre estaba presente.

Que mi vida hubiese sido diferente estando ella, no me cabe la menor duda, ya que estar en medio de dos familias que no se podían ver y siempre estaban como el perro y el gato es duro.