viernes, 7 de enero de 2022

MI VERDADERA PROFESION



Siempre he pensado que mi verdadera profesión era la de ser médico pero… los avatares de la vida me impidieron hacerlo. Desde bien pequeña asumí la responsabilidad de que algún día cuando me hiciera mayor tenía que tomar las riendas de llevar casa y ayudar a mi padre en ello. Cuando ya tomé conciencia de la situación le oí decir en infinidad de ocasiones que cuando yo me hiciera mayor él estaba salvado, de pequeña no entendía el porqué pero a medida que me fui haciendo mayor demasiado que lo entendí; de ahí quizás que cuando acabada la primaria y comenzado el bachillerato tenía que hacer un cambio de colegio ya que  en el segundo año hubo una  reforma  de educación y había que hacerlo, al preguntarme mi padre si quería seguir estudiando mi respuesta fue que no, a pesar de que lo hablamos (a día de hoy pienso que mi padre fue un adelantado a su tiempo, algún día hablaré de ello) que si me tenía que hacer cargo de la casa ya que mi abuela paterna que es la que estaba con nosotros se estaba haciendo mayor para que comenzar, ahí creo que comenzó mi exceso de responsabilidad que muchos años más tarde un médico de cabecera que tuve me diagnostico.

Lo que en aquel tiempo no sabía es el tortazo tan grande que la vida me tenía guardada en todos los morros y es que con quince años falleció mi padre también ya que mi madre lo había hecho cuando yo tenía cuatro años, los estudios me los hubiese tenido que dejar de todas formas para hacerle frente a  la vida junto a mi hermano dos años menor que yo para salir adelante codo con codo como así hicimos, prácticamente sin la ayuda de nadie. Yo tuve claro en su momento lo de dejar de estudiar y sin embargo cuando mi padre falleció y mi hermano había pasado ya al instituto peleé para que siguiera estudiando y en aquel tiempo  el director del instituto nos cerró las puertas a cualquier posibilidad beca íncluida y de la familia…para que hablar. Pasados los años él lo consiguió y aunque fué  duro y no se lo pusieron fácil a la hora  de conseguir una oposición pero con tesón lo logró, yo siempre me he  sentido orgullosa de él.

Volviendo al comienzo diré que los sueños si los deseas mucho se cumplen, no hice la carrera de medicina pero si prácticas para auxiliar de enfermería y a partir de ahí mi sueño se cumplió. Por medio de la hija de unos amigos de mis padres que es comadrona hubo una plaza en la maternidad donde ella trabajaba y me lo propuso, dije enseguida que sí y me aceptaron. En aquella época tenias acceso a un trabajo así solo con las practicas, mis compañeras estaban en las mismas condiciones  habían hecho solo prácticas también. Un 5  de enero con tan solo 16 años  al toro me tire para ayudar en lo que fuera  al milagro de la vida, ver nacer. Teníamos turnos de mañana, tarde y noche,  cuando me tocaba turno de mañana después de mi tarea de  asear a  las  pacientes y cambiar su cama, me dirigía a prepara la  consulta, sacar historiales y a medida que venían las pacientes les tomaba la tensión y el peso y le pasaba todos los datos al médico y así cuando era la hora de pasar a las pacientes lo tenía todo en su mesa. La guardia de la tarde lo habitual, estar a la mira de todo y en la guardia de noche lo primero recoger a todos los bebés que se encontraran en la clínica y llevarlos con nosotras a una habitación que teníamos destinada para ello, así las mamás durante la noche podían descansar ya que cuando nacían llorones menudas noches daban. He de decir que estuve en prácticas  un tiempo  para aprender los entresijos de mi trabajo en todos los turnos junto a una compañera siempre para saber qué hacer en cada momento.

Mi primer día de  guardia fue la noche de Reyes (uno de mis mejores regalos de Reyes), la clínica ese día estaba vacía pero lo de los nacimientos es imprevisible a pesar de que ahora parece que los programen a días contados, a media noche llamaron a la puerta y no era una falsa alarma estaba de parto. Mi trabajo consistía en llamar al médico que venía como un  rayo, vivía justo al lado y la clínica  era contigua con su casa, viví  muchas falsas alarmas pero en este caso iba rapidito, enseguida a preparar el paritorio, instrumental ayudar al médico a vestirse y demás y al anestesista que acudía siempre también en lo que le hiciera falta. No os podéis imaginar lo que fue por primera vez recibir en una toalla a mi primer bebé, atarle el cordón umbilical como me habían enseñado para que quedara perfecto (al menos así lo intentaba y no lo hacía mal del todo), asearlo, vestirlo y ponerlo en su cuna. Esa noche lo tuve conmigo toda la noche y no paré de mirarlo, tuve suerte y era un bebé buenísimo, la verdad contemplar el milagro de la vida no tiene precio, claro está que mucha, muchísima  gente no puede verlo, algún marido quería hacerse el valiente y había que avisarlo porque alguno se mareaba y antes de que hubiera que atenderlo a él mejor que estuviera fuera solo mirando si quería por el cristal. Viví unas experiencias que no tengo palabras para describirlas, me encantaba mi trabajo. A día de hoy alguna mamá aun me recuerda y nos saludamos y si van con su hijos les digo que ellos son los que me hacen mayores yo no me siento para nada mayor, aunque soy consciente que lo soy claro.

Los años que sucedieron fueron una gozada para mi disfrutaba como no os podéis imaginar, había cumplido mi sueño y era feliz con mi trabajo. Al tiempo de estar en la maternidad se unieron el médico que yo trabajaba, un traumatólogo y un médico de digestivo y fundaron la clínica de la Sagrada Familia en mi ciudad, ahí sí que pude vivir lo que es turno de todas las especialidades de la clínica ya que comencé a llevar la consulta de maternidad que se encontraba aparte de la clínica, y cuando había un parto fuera de día o de noche estaba localizada para llevar el paritorio (diré que mis compañeras de la maternidad  se lo dejaron todas yo fui la única que continúe en la nueva clínica) y a mi vez también  a las nuevas compañeras enseñarles a preparar el paritorio y en qué consistía nuestro trabajo y ayuda en el. Estuve llevando todo del trabajo que he mencionado durante bastante tiempo pero…al final me quedé solo en llevar la consulta. Me ofrecieron hacerme cargo de los quirófanos pero…como había algún plan de boda que incluía trasladarme a Barcelona lo tuve mas complicado y lo dejé. No me arrepiento en absoluto de mi decisión, la vida me volvió a llevar por otros caminos. Eso que pensamos sobre todo cuando somos muy jóvenes de que mandamos de nuestras vidas no es cierto del todo, tú te haces unos planes pero…luego la vida te lleva por donde quizás tienes marcado tu destino, aunque a veces pienso que nosotros también le ayudamos con nuestras decisiones. Experiencias  y anécdotas buenas y alguna mala (estas las menos) muchísimas pero… sería larguísimo  de contar.

No quiero pasar sin agradecer al médico para el que trabajé D. José Jornet y Dª. Maruja  su mujer (la cual estaba muy vinculada a la clínica y era enfermera), la aceptación que tuve no tan solo en el trabajo si no a nivel personal, me trataron extraordinariamente desde el primer momento que nos conocimos, incluso en muchas ocasiones como una más de la familia en su casa, quizás también porque me vieron algo desamparada por parte de la familia y quizás la hija de los amigos de mis padres les habló de mi situación familiar. Siempre los guardaré en mi corazón fallecieron los dos no muy mayores hace ya años, también a una de sus hijas Nuria, la cual nos  dejó demasiado pronto con la que tenía una relación especial, con sus otras dos hijas a día de hoy conservamos la amistad.

Desde la noche de reyes que comencé a trabajar pensé que sin jugar me había tocado el gordo del sorteo del niño, supe que iba a ser bien tratada y querida por todos incluidas las compañeras como así fue. Hacía bien poco que me conocían y sin embargo Dª. Maruja que tenía (supe después) la costumbre de la noche de Reyes dejar en nuestro cuarto unos detalles para todas no hizo ninguna distinción y yo tenía el mío, os podéis imaginar lo que me emocionó. A nivel emocional también me ayudaron  muchísimo ya que yo estaba pasando por momentos delicados y duros de asimilar.

Los que me seguís si os acordáis cuando conté lo de mi intervención de tiroides y las peripecias pasadas dije que algún día contaría porque estaba tan tranquila, sabiendo lo que me iban a hacer,  porque no quise que me sedaran la noche antes, porque entré por mi propio pie a quirófano y demás, la familiaridad con quirófanos me llevó a estar tranquila y relajada y a la par confiada en el equipo que me iba  a intervenir ya que desde el primer momento me infundieron confianza sobre todo el jefe  de equipo.

Foto del encabezado yo con el uniforme en el patio de la clínica, tendría unos 18 años. 

5 comentarios:

  1. Querida Concha, qué bonita la historia de tu vida profesional, a pesar de la pérdida de tus padres, siendo tan joven, no tiraste la toalla y luchaste por aquello que te hacía feliz, nos cuentas tu trabajo con pasión, y lo entiendo, el haber tenido la oportunidad de asistir al nacimiento de tantos niños, es un regalo, incluso con sus inconvenientes y algún que otro disgusto que seguro te habrás llevado.
    La vida no es un camino de rosas, para la mayoría, pero al menos tienes la satisfacción de haber visto a tu hermano realizar sus estudios y tú conseguiste ser una profesional de las de antes, que aunque no hayas pasado por ninguna escuela, la experiencia es un grado. Muchos profesionales de tu generación ven ahora, con resignación a un sinfín de nuevos profesionales, graduados y licenciados si, pero que dejan mucho que desear.
    Ser auxiliar de enfermería es una profesión vocacional, y tú la tenías, además de sentir empatía, lo que hace a personas como tú, en imprescindibles en muchas ocasiones delicadas.
    Un beso, me alegra ir conociendo cosas de ti.

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    1. Querida Concha, agradezco mucho tu escrito, también que eme quieras conocer, es un alago para mi. Esto solo es una pequeña parte de mi vida laboral, eso si una de las más gratificantes, daba pero también recibía, me colmaban las pacientes de regalos y no solo materiales. Yo ha día de hoy también hecho de menos esa profesionalidad y amor en esta profesión y van médicos incluidos en todos los campos y especialidades, lo he vivido en propias carnes, aunque me he topado de todo no hay que generalizar nunca.
      Siempre he pensado desde bien pequeña que la vida no era fácil, quien dice que es fácil y quien lo diga estoy casi convencida de que es falso, pura fachada y lo vivo a mi alrededor, aunque siempre los hay y los habrá más afortunados claro está.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Querida amiga, extraordinaria tu vocación por la vida y la posibilidad que ésta te dio para desarrollarte en ese campo.

    Qué bueno conocer que el aspecto bondadoso de tu personalidad tuvo la oportunidad de desenvolverse y desarrollarse en lo que más te gusta.

    Recibe un fuerte abrazo con mi admiración y mi cariño.

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    1. Muchas gracias querida amiga por tenerme en tan alta estima. Si fue una época de mi vida muy gratificante, luego vinieron otras que también lo fueron.
      Un fuerte abrazo.

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  3. Si te digo la verdad, me he emocionado mientras iba leyendo tu escrito.
    Reconozco y aplaudo tu actitud ante las adversidades que se nos presentan en la vida a lo largo de los años.
    Seguramente tú tampoco te habrías imaginado tener la fuerza, la voluntad y entereza para afrontarlas y seguir adelante con la responsabilidad de cuidar a tu hermano pocos años menor que tú.
    Tengo que reconocer con mucha satisfacción que he conocido a una amiga virtual luchadora, valiente y decidida, querida Concha, eres un verdadero ejemplo a seguir. Eres una gran persona.
    Por otro lado, siento que la vida te haya dado tantos palos, me refiero al quedarte sin padres tan pronto y tener por ello que renunciar a tus sueños.
    Pero en parte los has cumplido, ayudar a traer hijos al mundo, es una de las tareas más satisfactorias, te felicito de corazón.
    Te dejo un fuerte abrazo con mis cariños.
    Kasioles

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