sábado, 29 de febrero de 2020

NUESTRO TOM






Cuando mi hija fue a la protectora a recogerlo era un cachorrillo de apenas dos meses, era prácticamente una bolita negra con unos ojos redondos y brillantes que te miraban con susto. Cuando se le llevo al veterinario por primera vez no sabíamos que nombre ponerle y mi hija pensó en trasto (luego por h se le llamo Tom), ha hecho hasta hace poco honor a su primer nombre, un perro travieso primero cuando era cachorro y haciendo  de las suyas como todos, inquieto a más no poder -un no parar-- romper zapatillas y lo que ha pillado por supuesto, la fiesta de la espuma con los cojines y un largo ectc, además de cotilla. Ha sido cariñoso siempre pero con la edad lo está siendo mucho más. Se hizo de querer desde el principio, nunca pensé que yo con el miedo que he tenido siempre a los perros lo iba a tener tantas veces con nosotros y tan pegado a mis talones, siempre detrás de mí, supongo que detrás de mi marido porque es el que lo saca y lo hace trotar y detrás de mí por la comida, las chuches y los mimos. Se convirtió (y sigue) en un perro extraordinario, bueno y supongo que por la edad (9 años) mucho más dócil, tranquilo y obediente. Forma parte absoluta de nuestra familia, nosotros lo queremos mucho pero él a nosotros también, cuando no está con nosotros en cuanto que nos ve es una alegría sin palabras salta y salta sin parar.
No entenderé nunca como hay descerebrados que les hacen daño, que los compran por Navidad como regalo y luego los abandonan, son la caña y nos enseñan muchas cosas.
También quiero recalcar una cosa sobre los perros, experiencia que viví en Italia; hace algunos meses estuve en Cerdeña me maravillo como es la mayoría de la gente con los perros, lo llevábamos por ahí y mucha gente nos preguntaba si podía acariciarlo, primero los miraba con recelo pero enseguida se dejaba querer y por supuesto acariciar. También me gustó (aunque algunas personas se espantarán por ello), que ya fuera cafetería, bar o restaurante (aunque fuera de alguna estrella) preguntábamos si podíamos entrar con el perro y siempre nos han dicho que si, incluso tienen cuenquitos para ponerles agua. He de decir que el nuestro se ponía al lado o debajo de la mesa curioseando todo y ni mu, veíamos mas perros y su comportamiento era por el estilo del nuestro, he estado en sitios en España donde la gente ha sido mucho más molesta, gritona e incluso los niños, cuyo comportamiento deja mucho que desear con el beneplácito de los padres para estar tranquilos.


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